lunes, 1 de julio de 2013

Pointer, el arrogante.

El pointer hace mérito de este adjetivo en sus tres acepciones publicadas en el Diccionario de la Real Academia Española. Es arrogante por ser altanero, por soberbio, por ser valiente, alentado, brioso, gallardo y por airoso.

No hay otro perro de muestra que le venga más al pelo este calificativo y, puede, que sea esta cualidad la que nos atrapa a sus apasionados y sin la cual EL POINTER no merecería su propio nombre.

Es altanero, como el halcón. Con su galope trata de elevarse del suelo, quiere despegar, alcanzar el aire y los efluvios que delaten la presencia de la salvajina.
Es soberbio, se siente grandioso, poderoso y orgulloso de sus cualidades, a veces violento en su encuentro con la caza mostrando con la nariz en las nubes, altivo, dominando el viento y la caza que sabe está perdida.

Valiente y alentado, sus formas esbeltas, atléticas y fortaleza física se lo permiten, pero su gran corazón y coraje son los que sustentan los grandes esfuerzos que es capaz de realizar. Seremos nosotros, en un alarde de compañerismo, quienes tendremos que poner límite a su trabajo para que no llegue a la extenuación.

Brioso y gallardo, porque lo dará todo por satisfacernos. Todo su interés será localizar la caza para derrotarla y servírnosla; airoso, sabedor del trabajo bien hecho y de la alegría que nos proporciona.

Como en todas partes se cuecen habas, el pointer ha sido injuriado y calumniado por quienes ni lo han conocido ni lo han tratado nunca, movidos siempre por intereses espurios, casi siempre, de índole económica. Irrogar males y defectos, donde hay virtudes para engrandecer esta o aquella otra raza, cuando TODAS las razas caninas y, de entre ellas, el grupo de los perros de muestra son, repito, todos, buenos auxiliares para la caza. Dónde está pues la diferencia. Está claro, en el estilo que atesora cada una de ellas y que hacen a cada raza distinta la una de la otra.

Por eso, quien busca en el pointer su compañero de caza, debe previamente conocerlo. Debe saber de su peculiar estilo de caza, siempre en galope impetuoso, abarcando un espacio de terreno considerable pero manteniendo, siempre, el indispensable contacto con su conductor y compañero de fatigas. Hago esta precisión para que nadie se lleve a engaño y trate de someter a quien es un “pura sangre” a que cace, literalmente, bajo los cañones de su escopeta y a trote cochinero. Para estos menesteres ya existen otras razas.

El Pointer, cuando la caza escasea, abre su búsqueda en pos de su localización. De manera que coartar esta iniciativa es cercenar una de las cualidades más admirables de un buen perro cazador y encontrador de caza. Por el contrario, que nadie se piense, tal y como algunos han afirmado, que el pointer es una raza exclusiva para una élite de cazadores y adiestradores acostumbrados a doblegar grandes fieras. Quienes despotrican del pointer lo han sumido injustificadamente  a los lodos de la cinofilia y quienes lo han amado, a veces, los han ensalzado como un semi-dios de los perros de muestra. Algo casi inalcanzable para un simple cazador.
Nada más lejos de la realidad, el pointer es y seguirá siendo eminentemente un gran perro de caza fuerte, de cuerpo y mente. Lo único que se requiere para ser testigo de sus hazañas, como para todas las facetas de la vida, es tener un poco de cultura, en este caso, cinofila. Acercarse a la raza para conocerla en su plenitud, por medio de aficionados, profesionales en su cría y utilización, tanto en caza como en competición, para no perder de vista cuál es su identidad. Y, por otra parte, adquirir también unas nociones básicas de adiestramiento que, independientemente de la raza que más nos guste, nos servirá para sacar el máximo provecho de sus facultades con la satisfacción de haber sido participe de su consolidación.
En definitiva, un pointer es solo eso: un gran perro de muestra al servicio del cazador. Nada más y nada menos. Eso sí, para mí, es el mejor.